Pedir tu pizza favorita desde la comodidad de tu casa; solicitar un transporte privado para ir al aeropuerto; tener el súper en tu domicilio; o rentar tu propia casa a extraños de otras partes del mundo, y que además lo hagas de manera virtual, con la trazabilidad del servicio y la seguridad de por medio, era impensable hasta hace unos años. Y todo esto lo hizo posible el internet y las apps, a través de la computadora y diversos dispositivos móviles; herramientas clave para la llamada economía colaborativa.
Conocida como un nuevo modelo de producción e intercambio de bienes y servicios a través de plataformas digitales, la economía colaborativa o compartida vino a revolucionar el consumo, el perfil del comprador y el negocio empresarial en todo el mundo. Conectar con el exterior, es la principal premisa de esta modalidad apoyada de la generación de bienestar y seguridad para hacer la vida del ser humano más sencilla y moderna.
Corporativos mundiales como Uber, Airbnb, Didi, Cornershop, por mencionar algunos, son los principales representantes que enarbolan e impulsan este nuevo patrón de negocios. Según datos de la consultora PwC, la economía colaborativa tendrá un valor de mercado de 335 mil millones de dólares en 2025.
Por otra parte, en 2017, en el informe de Yaraghi y Ravi del Instituto Brookings, se había pronosticado que, dentro de 10 años, es decir en 2027, cinco de los sectores más importantes de la economía colaborativa (préstamos, empleadores en línea, alojamiento, transporte compartido y video, y música en línea), generarían más del 50% del total de los ingresos mundiales (en la actualidad, representan 5%).
Nuevo estilo de vida para la nueva normalidad
Estos grandes corporativos han sabido sacar el mayor jugo a los esquemas colaborativos para replicarlos en varios continentes y adecuarlos a las condiciones laborales, económicas, culturales y sociales de cada nación para su crecimiento.
Con base en el estudio de Statista Research Department 2020, sobre el uso de internet por país, se indica que en 2019 Brasil fue la nación latinoamericana con el mayor número de usuarios online con un total de 150.4 millones. México se ubicó en el segundo lugar, con 89 millones, seguido por Argentina, Colombia y Perú.
Sin embargo, en esta coyuntura de contingencia sanitaria, los actores de la economía colaborativa se han visto impactados de diversas maneras por lo que han tenido que adaptarse a los nuevos patrones de consumo y convivencia que impulsa la nueva normalidad, reforzar sus medidas de higiene y sanitización, así como transformar sus estrategias comerciales, financieras y de marketing.
Por ejemplo, para Airbnb, la situación se ha vuelto más difícil y complicada, ya que, ante la suspensión de viajes y las medidas sanitarias e higiénicas de sana distancia tanto en espacios públicos como privados, esta firma registró un alto número de cancelaciones de las reservas para el alquiler de departamentos, casas y demás espacios.
Ante esta situación Airbnb lanzó un Programa de Limpieza Avanzada dirigido a los propietarios de las instalaciones en renta que deberán seguir y cumplir para generar confianza, bienestar y seguridad entre sus clientes o huéspedes. Además, la compañía cree crecerá el turismo doméstico cercano a los centros urbanos, ya que las personas se subirán a sus automóviles, conducirán unos cuantos kilómetros a una pequeña comunidad y se quedarán en una casa.
De esta manera, los grandes jugadores de la sharing economy deberán seguir replanteando su forma de operar, ya que hay economía colaborativa para rato. Es cierto, el mundo no será el mismo para nadie después del COVID-19, pero quien se adapte primero a la nueva realidad, perfeccione la colaboración y pegue primero, pegará dos veces.
Esther Riveroll, Fundadora y Directora General de Alldatum Business
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